jueves, 8 de diciembre de 2011
Concepción Inmaculada
Levanto la vista y la veo sonriéndome. Sorpresa. Casi no la conozco pero me alegra que me venga a visitar. Me alegran las visitas siempre. Las dos somos Leo y el día que lo descubrimos, en un concierto, nos reímos mucho porque fue por unos ronroneos similares muy entrañables. Hasta nos parecemos físicamente. Sólo un aire. Está haciendo un curso con Olaia, que me lo acaba de contar también por teléfono. Le digo lo de la juerga. Nos reímos, entra conmigo. Se ha quedado toda la tarde y yo hoy, esperaba aburrirme y que me costara. Pero, como lo diría, la navidad está en el aire, no sé, el frío trae cariño y muchos colores y verdes de árboles. Estaba fumándome un cigarro cuando veo entrar a Churra. No quiero decir nada. Shhhhh, que no se esparza. No me la he encontrado nunca por la calle y justo ahora, hoy, ay, calla. He hablado un rato con ella y ya he perdido la vergüenza que me daba antes que personas del medio me encontraran trabajando de cualquier otra cosa. Es que traigo mucho Ávila. Y, ay, calla. Déjalo reposar. Y luego viene ella, y yo que me fijo en cosas que no me fijaba. En el mismo espacio, en la misma rutina, en la misma casa, todo se ha conservado fuera para que yo cambiara dentro, así empieza la danza. Eran tan bonitos los vestidos, las camisetas, no he parado de imaginarme así vestida, y llegando a casa, y bailando en casa, y yéndome al teatro desde casa y sonriéndote, y queriéndote, y tú a mí, tú a mí, porque llevo todos esos vestidos de colores y fluyo libre, y mi voz es libre, y mi cuerpo es libre y mi corazón ama, sí, ama y todo es júbilo y celebrar y vivir y acompañar. Tú, ¿dónde estás? ¿por qué tardas? Después nos hemos ido a andar y a hablar y a tomar algo y como buenas Leo, hemos hablado de teatro, de hijos, de hombres y de celos. De lo dramáticas que nos ponemos si no actuamos. Y no estoy desencaminada, no lo estoy. No estoy loca, no lo estoy. Lo que pasa es que no todos se atreven a poner alas a lo que aman.