martes, 21 de febrero de 2012

Sí, Garzón, sí, y la reforma, ya, y Valencia...

Supongo que a nadie con dos dedos de sinceridad le extraña lo que está ocurriendo en los pocos meses que llevamos de legislatura del PP. Digo, no era nada que no se viera venir. Cuando  me tocó ser presidenta de una mesa electoral (por supuesto que no voté) le dije a mi amigo Nico, le doy 15 días al Hotel Madrid. "Nooooooo, me dijo, esperarán por lo menos a que pasen las navidades". Sin quererlo fui vidente, porque el 5 de diciembre, 15 días exactos después de ganar las elecciones, se desalojó el Hotel Madrid.

La verdad que la política no me interesa, confieso que no leo ningún periódico y ni muchísimo menos veo los informativos, porque considero intoxican. Sí, se puede leer con conciencia, pero aún así intoxican. No por esto me considero menos ciudadana ni es porque no me importe lo que pasa en el mundo, como a veces parecen acusarme ciertas miradas suspiciosas. Justo porque me interesa lo que pasa en el mundo creo que lo mejor que puedo hacer por el mundo es no leer los periódicos. Es decir, me preocupo de abrir los ojos, reflexiono las dinámicas de los sistemas (me licencié en Humanidades, me titulé en arte dramático, converso y sobre todo, no me conformo con creer nada a priori) y así, a grosso modo, la conclusión es sencilla: vivimos en la dictadura de los grandes grupos económicos, la política y los mass media son instrumentos al servicio de estos grandes grupos económicos y yo, mi corazón humano, cree que esto significa la muerte de las personas. Digo vivimos en muerte, en alienación, en servidumbre.

Por lo cual en última instancia, lo mismo da que da lo mismo un partido que otro, ambos son meros alfeñiques del poder económico. Pero hombre, hay estilos, hay estilos. La mayoría absoluta del PP refleja la poca conciencia que existe aún en las mentes para poder realizar el cambio que, paradójicamente, todos, incluso los que votan al PP, demandamos. Es decir, estos son de los de boca callada y metralleta, sistema que entronca de perlas en un país como España, acostumbrados al padre autoritario y al régimen dictatorial. ¿ Y que podemos hacer los que tenemos ya la mente un poquito más abierta? Firmar y protestar, sí, aunque ya sabemos que con esto se cuenta. Sobre todo seguir esperando, y más que eso, sembrando, sembrando.
Lo hacen muy bien, y por todos, muchos colectivos, pero siempre observo cómo está de preparado el sistema para absorber e imposibilitar la alteración de sus muros de carga.
Parece que la  única esperanza de la humanidad, en este engranaje de mentiras, empieza en la revolución individual y además, poética, que es casi lo mismo que decir amorosa. Ahí lo dejo, a ver si a alguien le resuena.