martes, 27 de diciembre de 2011

En la pista

Llevo tres noches de insomnio aguantando marea. Conecto en rojo con el primer chacra, siento el calor, segundo, el tercero me cuesta, cuarto está encendido, al quinto no subo. Tengo turbulencias.Estoy atravesando uno de los peores túneles de mi vida, el último siempre nos parece el peor, a palo seco. De repente lloro veinte minutos y luego reacciono  y salgo al sol. El sol me está salvando este invierno, tengo las mismas manchas en la cara que si fuera verano. Alivianate Nuria, me dijo Patricia, alivianate. Fue curioso como las conocí. Creo que ha sido la noche que más libre me sentí en todo el año. Libre por dentro, digo. Porque lo que tienen las crisis es eso. Por eso mi corazón está cada vez mas tranquilo. Excepto el día ese que pensé que tenía que llamar a la ambulancia por unos pinchazos intermitentes, es verdad que lo tengo más liviano, con menos peso, más encendido. Estaba en un concierto con David, chico majísimo al que conocí esa noche y salí fuera a fumar. No recuerdo por qué empecé a hablar, ni que dije exactamente, sí que eran un grupo de cuatro chicas que me miraron y una dijo, tú quién eres, yo ya soy de tu club de fans, tú qué haces, escribes o cantas o qué haces. Yo amar dije. De eso sí me acuerdo. A mi lo que me interesa es el amor, por amor lo dejo todo continué diciendo. Rápido estábamos sentadas en el portal de al lado fumando y hablando, sobre todo riendo. David me trajo una cerveza, no tengo un leuri y me dijo quieres quedarte aquí no? y me encantó que me dejara así a mi bola, aunque habíamos venido juntos. Por dios. Medito unas tres veces al día, soy la buscadora incansable de luz, la sedienta de paz. Me voy. No sé a dónde, pero me voy, si las cosas no cambian en las próximas horas, dejo la casa y todo. Ya cumplió su función parece. No sé que haré con el blog.